Los bebés pueden identificar la diferencia entre el ladrido de un perro feliz y los de un perro enojado. Esto inclusive antes de que sepan qué es un perro y, definitivamente, antes de saber cómo se llama el perro. En un estudio, los bebés vincularon los ladridos de un perro agresivo con la imagen de un perro gruñendo. Pequeños supergenios.